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San Miguel Arcángel

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Círculo de amor

El casi no vio a la señora, con el auto parado en la banquina. Pero percibió que ella necesitaba de ayuda. Entonces paró su auto y se aproximó.
El auto de ella olía aún a pintura de tan nuevo. Aún con la sonrisa que ella tenía estampada en su cara, ella se veía preocupada. Nadie había parado para ayudarla hasta ahora. El le daría alguna ayuda?
El no parecía seguro, parecía pobre y hambriento. El pudo ver que ella estaba con mucho miedo y dijo:
-Yo estoy aquí para ayudarla señora. Por qué no espera dentro de su auto, donde está más calentito?, a propósito, mi nombre es Bryan.
Bien, todo lo que ella tenía era un neumático desinflado, pero para la señora era bastante complicado. Bryan colocó el gato y levantó el auto.
Luego él cambió el neumático y terminó un tanto sucio y con una herida en una de sus manos.
Mientras él apretaba las tuercas de la rueda, ella abrió la ventanilla y comenzó a conversar con él. Le contó que era de St. Louis y que sólo estaba de paso por allí, que no sabía como agradecerle por aquella preciosa ayuda. Bryan apenas sonrió mientas se levantaba.
Ella le preguntó cuánto le debía. Cualquier cantidad hubiera sido muy poco para ella. Ya había imaginado todas las terribles cosas que podrían haberle sucedido si Bryan no se hubiese detenido.
Bryan no pensaba en dinero. Aquello no era un trabajo para él. El gustaba de ayudar cuando alguien tenía necesidad y Dios ya le ayudaba bastante. Este era su modo de vivir y nunca se le ocurrió actuar de otro modo. El le respondió
-Si realmente me quiere devolver la ayuda, la próxima vez que encuentre a alguien que precise de ayuda, dele a aquella persona la ayuda que precisa.
Y agregó:
-Y piense en mí.
El esperó hasta que ella salió con su auto y también se fue. Había sido un día frío y deprimido, pero él se sentía bien, yendo para su casa, desapareció en el crepúsculo.
Algunos kilómetros más adelante la señora, encontró un pequeño restaurante. Ella entró para comer alguna cosa. Era un restaurante sucio.
La cena entera era rara para ella. La moza vino hasta ella y le trajo una toalla para que pudiese secar su cabello mojado y le dirigió una dulce sonrisa, una sonrisa que aún el dolor de sus pies por un día entero de trabajo, no podía apagar.
La señora notó que la moza estaba con casi ocho meses de embarazo, pero ella no dejaba que la tensión y los dolores cambiaran su actitud.
Quedó con una gran curiosidad de saber cómo alguien que tenía tan poco podía tratar tan bien a un extraño. Entonces se acordó de Bryan.
Después que terminó su comida, y mientras la moza buscaba cambio para el billete de 100 dólares que ella le había dado, la señora se retiró.
Ya había partido cuando la moza volvió. La moza estaba todavía intentando saber adonde la señora podría haber ido cuando notó algo escrito en la servilleta, sobre la cual había 4 billetes más de 100 dólares.
Había lagrimas en sus ojos cuando leyó lo que la señora escribió. Decía:
-Usted no me debe nada, yo ya tengo bastante. Alguien me ayudó una vez de la misma forma que le estoy ayudando. Si usted realmente me quisiera devolver mi favor, no deje que este círculo de amor termine con usted.
Bien, había mesas para limpiar, azucareros para llenar y personas para servir. Aquella noche, cuando fue a su casa y se acostó en su cama, quedó pensando en el dinero y en lo que la señora dejó escrito.
Cómo podía aquella señora saber cuánto ella y su marido precisaban de esto? Con el bebé llegando el próximo mes, todo estaba difícil.
Ella se volvió para el preocupado marido que dormía a su lado, le dejó un beso suave y susurró:
-Todo estará bien. Te amo, BRYAN…

(autor desconocido – Archivo BOM DIA)

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