Parroquia
San Miguel Arcángel
Con alegría y sonrisas en los labios, con ramas en nuestras manos y vítores en nuestras voces, aclamamos a Jesús que se adentra en las calles de Jerusalén camino de su pasión, muerte y resurrección.
Reconozcamos lo que el Señor es: ¡Señor!
Vivamos con plenitud lo que nos trae: ¡La Salvación de Dios!
Quedémonos, no ondeando las palmas, y sí manifestando públicamente que, Jesús, es el Mesías, el que tenía que venir, el que puede traer un orden nuevo a nuestro mundo, a la humanidad. No faltarán dificultades.
En este domingo de ramos se mezclan dos sentimientos: el júbilo y la pasión. Hoy, el Señor, es aclamado. ¿Y mañana? A la vuelta de la esquina será abandonado por los suyos, entregado, vendido y subido al patíbulo de una cruz.
Los mártires son representados con palmas en sus manos. Nosotros al enarbolar los ramos del Domingo de Ramos, también nos unimos a la causa de Jesús. Bien sabemos que no es tarea fácil ser de los suyos; que trabajar por sus ideas es ir, no siempre pero sí a menudo, en contra de otras tantas banderas que ondea la sociedad como fruto de un mal entendido o desequilibrado progresismo. Pero, los que nos sentimos cristianos, sabemos que –entre nuestras manos- levantamos y transmitimos los valores que Jesús nos trajo. Por ello mismo, el Domingo de Ramos, tal vez pueda ser un triunfo a medias: ¿Triunfó en verdad lo que predicó Jesucristo? ¿Eran conscientes de lo que aclamaban y a quién ensalzaban aquella muchedumbre? ¿Lo somos nosotros?
Recordáis aquellos viajes multitudinarios del Papa Juan Pablo II por diversas latitudes del mundo? ¿A quién se aplaudía? ¿Al mensajero o a su mensaje? ¿Dónde queda, en muchas ocasiones, el contenido del mensajero? Sería una buena reflexión para encarar estos días santos ya cercanos.
Por ello mismo al izar hoy nuestras palmas manifestamos y proclamamos muchas cosas:
– Que la fe tiene dos vertientes: el gozo y la cruz
– Que Jesús puede bendecir al mundo con lo que más necesita: la paz
– Que la humildad, representada en un burro, es el mejor vehículo para llegar a los corazones de las personas
– Que la Iglesia sigue vitoreando y gritando al mundo: ¡Jesús es Señor!
– Que seguir a Jesús nos exige fidelidad, constancia y no simples gestos
Pbro. Javier Leoz