Parroquia
San Miguel Arcángel
“No es oro todo lo que reluce”. Este refrán, como pórtico de esta Semana Santa, nos viene muy bien para adentrarnos ya y respirar lo que los Misterios de la Pasión y la Muerte y Resurrección de Cristo nos traen. Hoy lo aclamamos como Rey (como entonces lo agasajaron) pero, esos vítores, no son precisamente sinceridad ni constancia. Mucho menos fidelidad y perseverancia: en Jueves Santo las palmas serán beso de traición, en viernes santo soledad y en el sábado santo silencio.
1.- Dos sentimientos, en este Domingo de Ramos, se entrecruzan entre sí: júbilo porque aclamamos al que consideramos que es justo, bueno y verdadero y, por otra parte, tristeza. Bien sabemos todos, el final de esta gran pasión: la muerte. Es por otro lado la repetición de muchos de nuestros comportamientos humanos: decimos querer, apostar por…pero luego resulta todo lo contrario. Abandonado entonces por los suyos, entregado por uno de los suyos, negado por uno de los suyos y –hoy- también en muchos instantes relegado a un tercer o cuarto puesto por aquellos que decimos aclamarlo, cantarle y seguirlo con nuestra vida cristiana. ¿Vida cristiana o vida vacía? ¿Vida de bautizados o vida sin bautismo? ¿Vida de sólo palabras o vida con obras? No es tarea fácil ser de los amigos de Cristo (pensemos un poco en la persecución de nuestros hermanos por el EI). Las ideas de Cristo, sus idas y sus venidas, no dejaron indiferente al poder establecido de entonces y, también hoy, ante los nuevos poderes no resulta fácil colocar como medidor de la sociedad el metro del Evangelio. No lo fue fácil, estando Cristo en medio de nosotros, y mucho menos hoy aunque sacramentalmente y por el Espíritu habite en nuestra Iglesia.
2. En este domingo de Ramos, el Señor, nos exige llegar hasta lo más hondo de sus entrañas. No nos quedemos ni nos subamos por las ramas. Hay que ascender hasta esa fuerza que, en Jesús es de tal magnitud, que podemos contemplar la grandeza y el poder de Dios. –No podemos quedarnos en las ramas de una cruz sin Cristo y como mero adorno. –No podemos andarnos por las ramas a la hora de defender el estilo de nuestra vida cristiana –No podemos encaramarnos en las ramas, por muy bonitas que sean, y olvidar lo esencial que es la humildad de un Señor que se hizo presente en Belén y, hoy de nuevo, cabalga sobre un burro. Acostumbrados nosotros a cabalgar sobre espléndidos caballos con patas de materialismo, sensualismo, comodidad o “todo vale” nos resulta llamativa esta figura: Jesús en un burro. Ya nos asombró su llegada en Belén (sobre cuatro tablas) y de nuevo nos llama la atención su entrada para sufrir y morir. Lo grande nos aleja de Dios y, montados sobre burro, nos podemos acercar a Él más y mejor.
3.- ¡Feliz Semana Santa, hermanos! Vivámosla con intensidad. Acompañemos al Señor que, durante estos días, nos dejará impresionantes lecciones de amor (en palabras y obras) y, sobre todo, preparémonos con alegría desbordante al fruto de la Pascua: su resurrección.
No olvidemos y difundamos que Semana Santa es para vivir devociones y no para más vacaciones.
Pbro. Javier Leoz