Fiesta de Pentecostés
Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23, 15-21); (Dt 16,9)
16 Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo.
17 Ustedes traerán desde sus casas dos panes, para que sean ofrecidos con el gesto de presentación. Cada pan deberá estar preparado con dos décimas de harina de la mejor calidad y cocido después de fermentar: son las primicias para el Señor.
18 junto con el pan, ofrecerán en holocausto al Señor siete corderos de un año y sin defecto, un novillo y dos carneros, con sus correspondientes oblaciones y libaciones, como ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.
19 También ofrecerán un chivo como sacrificio por el pecado, y dos corderos de un año como sacrificio de comunión.
20 El sacerdote los ofrecerá al Señor con el gesto de presentación, junto con el pan de las primicias y dos corderos. Todo esto es una cosa consagrada al Señor y pertenecerá al sacerdote.
21 Ese mismo día harán una convocatoria: ustedes tendrán una asamblea litúrgica y no se podrá realizar ningún trabajo servil. Este es un decreto válido para siempre, a lo largo de las generaciones, cualquiera sea el lugar donde habiten,
Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según (Ex 34, 22)
Se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año el tiempo de la cosecha, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2, 1-4).
2 De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban.
3 Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos.
4 Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20, 16); (1 Cor 16, 8)